miércoles, 19 de septiembre de 2007

SUPER MOTERA




SUPER SARITA ALONSO


no hay odio, porque el odio corrompe el alma, y a lo largo de los tantos diciembres que adornan mis costillas he odiado muy poco, muy intensamente, pero por un breve espacio de tiempo.

creo que el odio es la suma del dolor y la rabia estancandose como el agua, prefiero el oceano, el baiven de las olas, el odio es inservible.


no soy rencorosa, pero olvidar el daño que me han hecho me cuesta medio mundo, aunque acabo apreciando las cosas buenas que me trajo ese alguien, y me quedo con los momentos teñidos de azul celeste, que el negro, lo justo y necesario.


convivir con el odio es horrible.

es pisar fuego, sentir que se te abrasa todo, sentir los estallidos, arrancarte las ganas, deambular por suelos movedizos, el corazon se te queda pequeño ante tanta intensidad… porque no hay nada mas intenso que el odio y el amor… en sus extremos, aunque alguien como yo, eterna buscadora del equilibrio, contradictoria en todos los sentidos, sin decantarse nunca por el blanco o el negro – siempre preferi el azul- odiar me agota.

me desestabiliza.

no puedo con el peso del odio, que pesa un kilo, o dos, o quizas cien, en un musculo que acoge plumas, alas, libertad, pero no tanto peso de tormento.

por eso el odio acaba cansandose de mi, de mi lucha por derrotarlo, de sus fieros dientes, mordiendome entera, hiriendome con uñas largas, arañazos invisibles en la invisibilidad de un corazon mas, un corazon cualquiera, un corazon tan mio, tan siempre por estrenar.

y no soporto odiar, porque odiar me hace el ser mas vil de este mundo y yo no puedo con ese sentimiento, he sido mala, herida, he envenado con la sutileza enmascarada de la ironia y la sonrisa torcida, con el grito incontrolable de rabiar de dolor.

he odiado sin finura, con el sueño roto y estrellado en añicos en el suelo.

cosiendo a puntadas finas un hilo de tiempo, que en su fria distancia, aplaca el infierno del alma, y hiela de pies a cabeza.

he odiado, y en ese huracan me he sentido terriblemente infeliz, terriblemente estupida por permitir que ese peso me dejase en pie.

con la cabeza alta, envuelta en el silencio de mi odio, amedrentada por sus dientes, por sus dagas, pero siempre dispuesta, espada en mano, a librar batallas humanas, odiar, tan humano, tan vil, tan doloroso…

he odiado poco, a dos o quizas tres personas, con ese odio ingenuo, casi infantil, que no sabes ni bien que es, ni que quiere de ti, pero te estalla en las venas, en los parpados, en las pupilas que encienden las llamas con las que te quemas… tan humana…

pero cuando estas sumergida en esa agua estancada, en ese fuego matandote, no crees que puedas saltar, salir del tremulo palpitar de las venas enfurecidas, crees que tendras que aprender a convivir con el odio, con su peso indecible, con su olor….

pero llega ese clic del interior y me grita - ya puedes nadar, en oceanos, siempre oceanos – y apago el fuego, lavo el alma en rios limpios, donde el odio se escurre, se muere –y no me mata – acojo mis alas plegadas, alzo el vuelo… humana, siempre tan humana.

( y ahora se que tenias razon, aunque siempre lo supe un poco, cuando una tarde te hablaba –y tu me escuchabas- de que no podria con ese odio, que no soportaba cargar con el, y tu me decias que pasaria, pero era tan fuerte…pero ya soy libre, ya ha pasado, tengo alas… otras alas, por estrenar )

Sarita Amon