lunes, 4 de agosto de 2008

El hombre, me dije mentalmente.

Es el hombre.

El hombre es el que se destruye a si mismo, y el que destruye todo lo que le rodea.

Lo lleva haciendo toda la vida, toda su existencia.

Lo llevamos imprimido en la sangre, en nuestros genes.

La guerra es la marca del hombre, no la vida, por eso llevamos siglos y siglos pateandonos el trasero mutuamente, por unas causas o por otras, por razones mas justificadas o menos justificadas, por motivos mas justos o menos justos, pero nunca cambiaremos.

No existe la paz, porque nunca dejara de haber guerras, batallas, conflictos, peleas, riñas, luchas, golpes, sangre derramada, odios, rencores, envidias y voragines de sangre y carne.

Por que el hombre es asi.

Hay personas que pueden luchar por conseguir la paz, pero por lo que estan luchando en realidad es intentar prolongar el parentesis que existe entre guerra y guerra.

Y cuantos menos sean los que intenten prolongar ese parentesis, mas frecuentemente y con mas crudeza se iran repitiendo las batallas.

La paz nunca se podra alcanzar del todo, porque en cualquier remoto lugar de este planeta siempre habra guerra, mayor o menor, conocida por todo el mundo, o desconocida para los que no la vivan.

Siempre habra alguien con un revolver dispuesto a aniquilar a tiros a cualquier timida flor azul que ose asomarse demasiado al abismo, que ose hacer ganar esperanza a alguien, que ose tender un puente hacia la luz.

Siempre habra alguien asi, una mente perversa que no permita que nadie se salte las reglas del juego.

Y yo lo supe alli mismo, mientras el charco de sangre del joven me tocaba la punta de las botas, y cubria por completo la flor azul que habia caido al suelo.

Y entonces tambien hice mi eleccion.

A pesar de haberme dado cuenta de eso hace varios años antes, y no cinco minutos despues, sabia que aun me quedaba tiempo.

Y elegir coger el parentesis alli donde el hombre joven que tenia a mis pies lo habia dejado caer, y supe que queria prolongarlo, coger el testigo, burlar al hombre y sus mezquinos juegos con sus mezquinas reglas.

La guerra no es el peor invento del ser humano, como he oido decir alguna vez.

La guerra es el hombre.

El hombre es la guerra.

Nuestra piel, carne, huesos y alma jamas podra vivir eternamente en paz, porque llevamos en nosotr@s la huella impresa del conflicto.

Se haran alianzas, se crearan treguas, se estrecharan manos, y se sonreira, en algun lugar del mundo.

Y justo en el otro extremo del mundo, en la otra parte del globo, se dara un golpe de estado, se iniciara una dictadura represora, se fusilara a gente, se torturara a gente, correra sangre, odio, llanto, dolor y muerte.

Poca gente es capaz de verlo asi.

Yo lo vi, aunque creo que a tiempo.

Yo perdia aquel tren.

Y cogi el siguiente, aquel que me redimia conmigo misma, pero aquel que se llevaba conmigo y para el resto de mi vida el recuerdo del miliciano muerto, y de aquella flor azul, sepultada para siempre por la marca natural del hombre.

Por eso  he contado todo esto.

Para que a vosotr@s no se os marchite la flor azul que un dia pudisteis o podriais plantar y dejar crecer, para que sobrepaseis la propia condicion del hombre, y consigais aguantar ese parentesis el mayor tiempo posible.

Para poder ver, durante el maximo tiempo posible, esa via de escape, fugaz y pasajera, transparente y espejismo, y tambien esperanzadora y consoladora, que es la paz.

Sarita Amon
sarita-amon.blogspot.com