sábado, 14 de diciembre de 2013

Revolviendo entre cosas de la red, me he topado con un texto que tenia abandonado y hoy lo comparto.......

“No tengo nada que alegar contra la cirugia estética, pero nada de nada, vamos... creo que quien (es)  se somete (mos) a ella lo hace (mos) por necesidad fisica o animica, y supongo que sus resultados producen un bienestar inmediato, algo asi como vivir una luna nueva de miel con un@ mism@ que no admite reproches, porque serian injustos"

Ahora bien, lo que queria diferenciar era la cirugia ETICA.


Llamo cirugia etica a las prisas que nos entran por borrar cuantas cicatrices y arrugas van dejando en nuestro animo, en nuestro espiritu, en nuestra alma las penas, los dolores y las contrariedades de la vida.


Ante el mas mínimo bache ya estamos aplicando, corriendo, corriendo, lo que un amigo mio describe como la “ teoria de las compensaciones” y cuya practica es la que sigue.... ¿ que tengo un desengaño sentimental ? ¡ pues me compro el ultimo iphone, tres zapatos de piel de cocodrilo y una cazadora de piel, hala !

¿ Que las cosas no van del todo bien en el trabajo ? ¡ pues, en lugar de reflexionar serenamente sobre las causas y posibles soluciones de los problemas, me enchufo cinco horas seguidas a la television en plan drogata de la pantalla ! ¿ o es que no merezco un poco de evasion ?; ¿ que la salud flojea y aparecen molestias, dietas, medicaciones y otras pejigueras ? ¡ pues me tomo cuatro copazos y comienzo a ver la vida de color

Rosa-alcohol mas risueño !...

La teoria/practica de las compensaciones consiste en buscarle un descosido de placer en cuanto asoma en nuestra existencia el roto de la desdicha, movimiento frenetico, compras sin sustancia, sucedaneos venenosos de la alegria para tratar de borrar, con cirugia inmaterial, los rasguños y desconchones que se nos van marcando en el alma.

Hasta nos produce un cierto bochorno, una vaga repugnancia, permitir que alguien se percate de que lo estamos pasando canutas, de a kilo...

No digo yo que andemos todo el dia de plañideras y lloricas por la calle, pero el sufrimiento no envilece, dignifica y pretender que la vida –la vida de uno y la vida en general- es una juerga mora permanente, me parece mas que una bobada, me parece una mentira.

No le encuentro, pues, ningun sentido a tratar de disimular los desperfectos de nuestro animo., las malas rachas, con el maquillaje del hedonismo, del “ dale marcha a tu cuerpo, macarena ”.. yo soy la primera que practico febrilmente la teoria de las compensaciones y que, en los esos momentos de lucidez que tengo entre frenesi, me digo” desengañate..... este dolor que sientes, esta pena que tienes no la borran todos los cacharritos electronicos a estrenar del mundo, aprieta los dientes, aguanta  y deja que el herida del alma sangre un poco, que tampoco pasa nada...”

Unas veces consigo evitar la tentacion de la compensacion y, otros no, y así voy tirando...

Pero aunque mi carne sea débil como la que más y mis caprichos tan fuertes como los que más, sí tengo claro en el coco que nada ni nadie puede descolgar de mi espíritu las “rojas insignias del valor”, como dice el título de una novela norteamericana, que las desdichas van dejando prebendas en él.

Porque, oigan, penas haylas, como las meigas gallegas...

Se ponga un@ como se ponga, se oculte un@ como se oculte, disimule un@ como disimule, las penas vienen.

Y, a veces, no se van..... se quedan un rato largo como inquilinas de nuestro armario.

El lenguaje castellano, que es bastante duro e inmisericorde, posee una expresión sin piedad..... “a duras penas...”, se dice; “a duras penas estoy pasando por este mal trance”; “a duras penas puedo aguantar este percance”...

Exacto...... las penas son duras como un mazo golpeando los nudillos.

Y es imposible apartar la mano...... las penas zurran a pequeñ@s y a mayores, a moren@s y a rubi@s, a pudientes y a mendigos, a guap@s y no tanto.

Creo, también, que es impresentable montar un desfile público permanente e impúdico, de las penas personales.

Pero me resulta de lo más idiota del mundo tratar de ocultárnoslas a nosotr@s mism@s, hacer “como si no...” o tratar de ahogar el dolor en un baño de vino y rosas, por ejemplo.

Me voy convenciendo de que si no aceptamos las “duras `penas” tal cual son, a palo seco, con el ánimo bien templado para admitir la cuchillada y la sangría, nos puede  sobrevenir algo más pena que la pena misma..... pasar por esta vida sin pena... ni gloria”

¡A por el viernes!

Sarita Amon.