viernes, 1 de febrero de 2013

Nunca he creído en la existencia de vida más allá de la tierra a pesar de tener, como decía un payaso americano (payaso de profesión no de vocación), la prueba definitiva para demostrar que existe y, lo que es más importante, que esas formas de vida son inteligentes, jamás, nadie, nunca, ha intentado contactar con nosotros.

¡Y es qué mira que nos lo hacemos todo difícil! Vale, las cosas casi nun...
ca son simples, pero el resultado final dependerá mucho del ánimo con el que nos enfrentemos a ellas.

El humor y el optimismo son imprescindibles, no se trata de ser siempre muy ocurrentes y gracios@s, o que nos pasemos todo el día contando chistes.

Pero buscar, de vez en cuando, frases amables y divertidas, comparaciones precisas y oportunas, y hasta hacer el payaso de vez en cuando no es nada que haga daño nadie precisamente.

Reírse es como cambiar los pañales de un bebé, no resuelve permanentemente el problema, pero hace las cosas más agradables por un momento.

Un profesor de filosofía entra en clase para hacer el examen final a sus alumnos. Poniendo la silla encima de la mesa dice a la clase: “usando cualquier cosa aplicable que hayan aprendido durante este curso, demuéstrenme que esta silla no existe”

Todos los alumnos se ponen a la tarea, utilizando sus lápices y gomas de borrar, aventurándose en argumentos para probar que la silla no existe. Pero un alumno, después de escribir rápidamente su respuesta entrega su examen ante el asombro de sus compañeros.

Cuando pasan unos días y entregan las notas finales, ante la estupefacción de todos, el alumno que entregó su examen en 30 segundos obtiene la mejor calificación. Su respuesta fue: “¿Qué silla?”.

Sarita Amon.


Cuando se pierde a un ser querido nos planteamos muchas preguntas y vamos entendiendo los ciclos de la vida, inevitablemente aceptamos que las cosas ocurren independientemente de lo que nosotros deseábamos o esperábamos.

Pienso que lo natural es nacer y morir pero cuando a un ser querido le llega la hora, sea como fuere, parecemos no estar preparados, como si fuera algo que nunca pudiera ocurrir, como si estuviera ajeno a nuestra condición de humanos.

Cierto día pasa y entonces pensamos en porque no disfrutamos de esa persona, porque no aprendimos de ella, porque….

muchas preguntas pero la respuesta está muy clara..... Hay que vivir con plena conciencia cada segundo, disfruta cada paso de la vida, y acepta todo lo que ocurra con alegría y buen carácter.

Hay otros mecanismos de respuesta, la culpabilidad, la depresión, el suicidio etc.… pero son opciones alejadas del sentido común y que nos pueden llevar por caminos de sufrimiento que son innecesarios.

No deseo la muerte de nadie y menos de un ser querido, pero si deseo que hasta que esa hora llegue seamos capaces de vivir la vida, sin pensar tanto en lo que pasara y siendo más conscientes del presente, de lo que acontece en cada instante, por muy cotidiano que parezca.

Para entender esto solo hay que quitarse " el traje de romano " y abrir un poco nuestro corazón, sin miedo y aceptar a los que nos rodean, disfrutando de ellos sin tantos prejuicios.

En realidad pienso que la muerte no existe, sino únicamente
en un plano físico y ello me provoca una pérdida del miedo a vivir la vida, aprovechando cada respiración hasta que por suerte, porque Dios quiera o porque simplemente tenga que ser así, muera.

Por ello no hay que preocuparse.

No me cabe duda que tras la muerte, para las grandes personas están reservados los grandes lugares.

Ese gran lugar es un regalo y ese regalo es permanecer en los corazones de los que te han querido.

Eso significa ser eterno y la eternidad es inmortal.

Sarita Amon