viernes, 28 de mayo de 2010

Pocos placeres resultan tan agradables como despertarse con hambre en mitad de la noche, llegar medio dormid@ y a trompicones a la cocina, y comer lo primero que pilles.

Tambien es verdad que cualquiera entiende los evidentes riesgos que puede tener el realizar una accion semejante, los servicios de urgencia de los hospitales pueden dar buen detalle de alguna que otra faringe abrasada en mitad de la noche por confundir la botella de agua con la de lejia a la que su dueño habia intentado darle un buen lingotazo para ver si pasaban las colillas del cenicero que acababa de meterse en la boca pensando que eran almendras tostadas y saladas; (el pobre señor las paso canutas, pero -ahora que no nos oye nadie- lo que nos pudimos reir despues…)

Y si, en todos los servicios de urgencias existe un rincon en el que se guardan algunos de esos elementos sacados de orificios naturales cuya funcion fisiologica primaria esta organizada para funcionar en una sola direccion.

Rincon que, aunque se vacía con cierta frecuencia, casi siempre está al borde del colapso.
A la gente le gusta experimentar mas de lo que nos pensamos.
Y hacen bien.

jajajajujujijijajaja

Sarita Amon