viernes, 30 de abril de 2010

una de cultura ..........

Son ya varios los estudios (la gente se pone a estudiar de todo) que relacionan el tamaño de dos conguitos que cuelgan de la entrepierna masculina con la fidelidad de sus dueños.

En la Universidad de Chicago, por ejemplo, un tal Bruce Lahn se ha entretenido en estudiar la evolucion del esperma –fabricado, al menos en gran parte, precisamente en esas canicas masculinas- en 12 especies de primates, incluido el hombre.

En las especies mas promiscuas como la de los chimpances, en los que la reproduccion no acaba con el coiteo sino que el esperma una vez en su interior tendra que competir con el de otros machos para fecundar el ovulo (las chimpacesas son como son…) sus huevos se han desarrollado hasta alcanzar un tamaño mucho mas grande que el que les corresponderia por su envergadura (se supone que para aumentar sus posibilidades de paternidad); mientras que en los gorilas –donde la hembra -pobrecita mia- se aparea unicamente con el macho dominante, la cosa esta bastante (pero bastante mas) menguada.

Teniendo en cuanta que en las personas humanas (hombres) el tamaño medio es, precisamente, medio, es facil sacar conclusiones sobre el comportamiento de las personas humanas (mujeres), a medio camino entre unas gorilas monogamas y unas casquivanas (1. adj. alegre de cascos. 2. f. Mujer que no tiene formalidad en su trato con el sexo masculino) chimpacesas.

Nada nuevo salvo la conclusion de que si, las responsables del tamaño, al menos a largo plazo, son ellas.

Sarita Amon