jueves, 31 de enero de 2013

Ya sé que según aquella clasificación que aprendimos en el colegio estamos en distinto reino, pero no somos tan diferentes de los árboles.

Tenemos más similitudes de las que creemos.

Sólo hay que ver lo frondosos que, como ellos, nos vamos poniendo según van pasando los años.

De hecho, igual que puede saberse la edad de un árbol por los aritos que le van saliendo en el tronco, se puede saber la edad de un hombre por los aritos que les van saliendo en la cintura.

JAJUJUJJJAJUJUJJA

Sarita Amon.