jueves, 6 de mayo de 2010

Me imagino que no soy la unica en mi profesion que no puede evitar mirar la vida entera con ojos de medico.

Es probable que esto no pase en otras profesiones, me cuesta creer que un señor que trabaja en un banco vaya por la calle intentando detectar en la gente el tipo de cuenta de ahorro que tiene, un ingeniero vaya determinando vectores de fuerzas o que una peluquera vaya diseñando moños imaginarios.

Yo, sin embargo juego a imaginar cosas que no os gustaria oir.

No lo puedo evitar.

Asi que con este punto de mira, era solo cuestion de tiempo que me diera por releer cuentos infantiles clasicos en busca de diagnosticos, si no hubiera sido tanatopractora, seria medico.

Juzguen ustedes, resulta que tengo suficiente patologia para abrir un hospital entero.

Comencemos por Caperucita Roja.


Las causas de su retraso mental no son obvias, pero una niña que es incapaz de distinguir a su abuela de un Canis Lupus, claramente no puede tener un coeficiente intelectual normal.

Hay que tener en cuenta que su entorno social no parece muy adecuado.

Es una criatura que carece de nombre propio y a la que su familia llama por el nombre del abrigo que lleva; esto hace tambien suponer que lleve la misma prenda desde el nacimiento o que acaso antes recibiera otros nombres como 'buzo azul' o 'abrigo naranja'.

Su alteracion podria partir de una falta de identidad.

Los servicios sociales y proteccion de menores estarian interesados en un caso como este.

Una anciana que vive sola y apartada se encuentra mal y llama a su hija, quien no opta por pedirle una ambulancia o acompañarla al medico sino que prefiere perder varias horas horneando para luego mandar a una niña retrasada por un bosque a llevarle los panecillos recien hechos.

La alternativa es que la anciana señora sea diabetica y mal controlada con hipoglucemias frecuentes y que su hija sepa que responde bien a alimentos azucarados.

Es muy probable que cuando el lobo llega a la casa y la buena anciana con probable hipoacusia senil lo deja pasar confundida, esta entre en un estado de coma diabetico que facilita que el lobo la engulla de un bocado.

Revisemos el caso de Cenicienta.


A mi me preocupa el principe, un hombre joven que se enamora profundamente de esta bellisima mujer con la que desea casarse pero que en menos de 12 horas es ya incapaz de reconocer su cara y tiene que buscarla por el Reino a traves de su pie con la excusa del zapatito perdido.

Inaudito.

Caben dos posibles diagnosticos, el principe padece un trastorno severo de vision que mantiene de incognito o sufre de prosopagnosia o incapacidad de distinguir caras, quizas por patologia intracraneal o por un traumatismo craneo encefalico previo.

Es preocupante que a pesar de ser reconocida por su pie, Cenicienta acceda a continuar con el plan de boda tan inminente.

Esta mujer parece clara victima de violencia de genero en su domicilio previo.

En el caso de Pinocho, existe un trastorno psiquiatrico familiar obvio.


Gepetto esta convencido que su hijo proviene de un muñeco de madera, un claro sintoma esquizoide o quizas la consecuencia de un periodo prolongado de infertilidad; no extraña, pues, que Pinocho presente tambien sintomas esquizofrenicos y oiga voces que le dicen continuamente lo que hacer.

La intensidad del trastorno es tal que a su razonamiento sicotico, Pinocho le pone un nombre, Pepito Grillo.

Es ademas desafortunado que este niño sufra de una malformacion nasal inusual, un rinofima paroxistico, una patologia no descrita.

Centremonos en Blancanieves, una joven con posibles tendencias ninfomaniacas que se desplaza desde su lugar de residencia habitual a una casa apartada con siete hombres maduros que viven hacinados en un solo dormitorio.


La historia no deja nada claro por que unos señores de caracteres y profesiones tan distintas viven juntos en plan albergue de los 'Scout' (esto podria explicar el peculiar uniforme que llevan).

La acondroplasia comun a todos ellos no es una justificacion adecuada para su forma de vida. Blancanieves parece adaptarse inmediatamente a vivir con estos señores que trabajan la leña a pesar de que alguno tenga incluso un titulo universitario.

Seria interesante conocer que producto le coloca la bruja en la manzana con un poder catatonico tan extremo, por que el enanito Doc no comienza una resucitacion cardiopulmonar y por que un hombre que pasa por alli a caballo lleva el antidoto en la boca.

Realmente extraordinario.

De Ricitos de Oro podriamos hacer un estudio exhaustivo. Sabemos de ella que va por el bosque y decide meterse en casa de los osos, quizas tenga frio.


Sus razonamientos son lentos, con un grado obvio de bradipsiquia; le hace falta probar cosa por cosa para hacer un juicio de valor.

Por ejemplo, necesita sentarse en la silla de papa oso para decidir que es demasiado grande, un dato que probablemente sea obvio a simple vista.

El propio tamaño de Ricitos parece indicar una obesidad morbida pues su peso es superior al del osezno cuya silla se despedaza al sentarse.

Parece tambien ir quedandose dormida por cualquier sitio hasta el punto de ser descubierta roncando por la familia de osos.

Mi sospecha clinica es de hipotirodismo y la insistencia en su pelo sugiere que esta infortunada lleve tremenda peluca para cubrir una calvicie incipiente.

Veamos el caso de La princesa y el guisante.


Hoy en dia establecer la sangre real de una joven para decidir si es apta para matrimonio con un heredero a la corona quedaria totalmente desfasado.

Sin embargo, es preocupante que la protagonista de la historia pase una noche de insomnio por culpa de un pequeño guisante debajo de sus ocho colchones.

Mas que sangre real, esto deberia alertar hacia una neuropatia periferica que se presente mediante esta agudisima hiperestesia.

No se si la sangre sera azul pero claramente alguien deberia mirarle la urea y los electrolitos no tenga un fallo renal cronico o algun problema neurologico grave.

En fin, que a los pobres niños les contamos unas historias claramente dignas del Dr. House.


No me extraña que esta generacion, mas avispada que las anteriores prefieran la nintendo que los cuentos, si es que de verdad... los jueves es lo que tienen.
jajajajujujijijajaja

Sarita Amon