jueves, 26 de febrero de 2009


en su lucha por existir, las plantas utilizan todas las armas a su alcance conformando un comportamiento instintivo que podriamos llamar inteligente, pero que carece de emociones o de la capacidad de aprender.


son listas las condenadas, para reproducirse ofrecen flores y frutos a insectos y otros animales, para asegurarse el espacio y el agua segregan sustancias que inhiben la germinacion de plantas de su misma especie, repelen a los depredadores y plagas con hormonas y sustancias toxicas que atajan la proliferacion de larvas incluso las ultimas investigaciones han descubierto que las plantas programan sus ciclos vitales, reunen informacion del entorno y toman las decisiones mas adecuadas para su supervivencia segun un sistema de “computacion distribuida” semejante al de una red de pequeños ordenadores, es decir, que cada una de las hojas de la planta responde a lo que hacen las demas formando un sistema de informacion-reaccion que permite regular con mayor precision los mecanismos biologicos de la planta, aun asi, para la mayoria de los cientificos, todas las habilidades de las plantas, por extraordinarias que puedan parecer, no demuestran en absoluto su inteligencia y mucho menos su sensibilidad.
aceptan que estas se mueven por propia iniciativa y toman decisiones que las benefician, por ejemplo, el tallo y las ramas de una planta se dirigen hacia una fuente de luz, y las raices crecen hacia la humedad, pero sus objetivos son innatos, es decir, su capacidad de reaccion es similar al instinto animal, no se trata en absoluto de facultades aprendidas en un proceso de educacion, la planta no aprende ni agrega ninguna capacidad adicional como fruto de la experiencia, por lo que no puede decirse de ellas que tienen sentimientos o inteligencia en el sentido estricto de la palabra.
dicho lo cual, pensaba yo que parece mentira la cantidad de nombres propios de gente, de los que habitualmente nos rodean, que pueden ser capaces de, en la parrafada anterior, sustituir a la palabra “planta” sin desvirtuar absolutamente nada del texto y encajando en el como anillo al dedo, sobre todo en el entorno laboral, el mundo es un pañuelo.
Sarita Amon