jueves, 14 de febrero de 2013

Seguro que alguien guarda un diario con manchas de lagrimas adolescentes, de aquel tiempo en que la vida era una tortura diaria que se enfrentaba a nosotr@s ganándonos la partida siempre, del tiempo del desamor y la incomprensión, de las largas tardes enamorad@s sin ser correspondidos.

Parecía que habíamos nacido para sufrir, que cualquier pequeña cosa era un mundo en nuestra contra, y sin embargo nadie te avisa de que aquello es un juego de niños en comparación con la vida que aun falta.

Da rabia mirar al pasado y recordar como te complicas por cosas tan inocentes sin saber que todavía no has llegado a lo verdaderamente complicado.

Sarita Amon.


Los grandes cronistas del amor, esos cuyas obras han sustentado nuestra educación sentimental, son unos completos embusteros.

Nos han hecho creer que el amor es un asunto imperecedero.

Ya san pablo, pecador arrepentido, se lo decía a los corintios.... “el amor no pasa nunca ".

Todos los mercaderes del sentimiento se han volcado en presentarnos solo los aspectos mas cómodos y deseables del fenómeno, hasta romero y Julieta, la pareja por excelencia en los sueños sentimentales de muchas generaciones y cuyos arrebatos se antojan como los propios del amor eterno, tienen trampa.... su triste final nos hizo pensar que su entusiasmo no iba a tener fin.

Pero los amantes, presos en la hoguera de la pasión, no tuvieron tiempo de vivir sus insignificancias.

Es de suponer el destino que les esperaba si sus familias no hubiesen sido tan absurdas.

Un matrimonio como dios manda y, a continuación, el día a día del amor y su realidad.

Y la realidad no es precisamente diestra en maravillas.

Por supuesto que el amor existe, y además por narices (¿hubiera podido escribir Neruda sus " veinte poemas de amor y una canción desesperada " a los veinte años sin ser una traca de amor a punto de explotar?), los que se han enamorado perdidamente lo sabrán muy bien, pero también sería bueno conocer de antemano que ocurre cuando hay que empezar a evolucionar hacia un sentimiento más estable.

Pasar del ars amandi, que decían los clásicos cursis, a la habilidad para sobrevivir una vez que el ars se ha cansado de acompañarnos.

cuando tu inmaculada pareja, tu gran y perfecto héroe, empieza a llenar la bañera de pelos, a entrar en la cocina para freír un huevo y dejarla como si hubiera habido un terremoto, o a dormir con unos calcetines.

Cuando enmudecen los violines, se acaba la luna plateada y el amor inicia sus destrozos.

Y todos sabemos que el amor, cuando se pone a destrozar, no sabe de privilegios.

El amor es una hermosa mentira, y a cualquier mentira, por muy maravillosa que sea, se impone siempre la realidad.

Soportar sus ataques convierte a los amantes en duros héroes de la resistencia cotidiana.

Por eso, no estaría mal que de vez en cuando también nos lo recordaran.

incluso en días tan poco apropiados como hoy, víspera de su santo patrón, san Valentín, un santo que, por cierto, fue canonizado en 1969, una terminación numérica tan adecuada como irreverente para el santo del amor.

Pero eso es otra historia.

Sarita Amon