lunes, 16 de abril de 2007

a nadie se le ocurre levantarse por la mañana y saludar con un "buenos dias " a la lavadora o a la cafetera, sin embargo, y por una extraña y desconocida razon, acostumbramos a intentar "dialogar" con los aparatos de casa si estos dejan de funcionar, pensando que el microondas, la lavadora, la television o el cajero automatico, tienen la capacidad de escucharnos.


los pasos que seguimos son mas o menos los mismos siempre, primero les hablamos con cariño, en voz baja, como pidiendoselo por favor... " vengaaaa, bonitoooo, no te vas a estropear ahora.." para pasar a una segunda fase, que va del ruego a la orden, segun nos vamos dando cuenta de que, o no nos oye, o lo que es peor, nos oye y no nos hace ni caso.


la tercera fase es el insulto, si el aparato en cuestion se pone bruto los demas tambien sabemos ponernos en nuestro sitio.. pero por mas que le grites eso de " eres una mierda ", o " no sirves para nada", maldito el caso que te hace.

no esta mal recordar en este punto, segun esta la cosa de los malos tratos, que pueden estar escuchando los vecinos y que quizas no convenga meterse con la madre del aparato, sin antes dejar bien claro que uno esta peleandose con la batidora, por ejemplo.

Sis sigue sin funcionar, que seguira, se pasa a la cuarta fase, la violenta, empezamos siempre por golpes pequeños, casi caricias, como si dieramos palmadas a un niño pequeño para que eructe, palmadas que van aumentando de intensidad hasta parecerse a esas que te sacude un tio del pueblo al que no ves hace cinco años.

y sin saber como, resulta que tu, pacifista convencido donde los haya y que en su vida a matado una mosca, te encuentras aporreando el cacharro como si reprimieras una " manifa-antiglobalizacion " cualquiera.


la ultima fase, si el aparato en cuestion sigue pareciendose aun al original, consiste en sacudirlo de una forma lo mas espasmodica posible, como si estuvieras poseido por la niña del exorcista, hay que agitarlo de manera violenta pero constante, haciendo ligeras paradas para tocar desesperadamente y de manera indiscriminada todos y cada uno de los botones que el aparato y su respectivo mando a distancia -si lo tuviera o tuviese- tengan, igual que un pianista histerico en medio de un concierto.

tampoco suele funcionar.

el final es siempre el mismo, con una nunca confesada resignacion, te das cuenta de que tampoco necesitabas usarlo de manera tan urgente, que ya habra tiempo de llevarlo a arreglar, porque aunque lo unico que le pasaba es que estaba desenchufado, despues del cuarto de hora de la tortura a la que lo hemos sometido, seguro que tendran que cambiarle unas cuantas piezas.

Sarita Amon

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