La globalizacion de los sentimientos nos hace cada dia mas inmunes a cualquier tipo de contacto entre personas, nos aisla de los otr@s, y los micromundos que antes se componian de dos o mas personas ( fisicamente hablando ), se reducen en su numero, hasta llegar a ser simples individualidades, puestas al servicio las unas de las otras.
Ya no intercanviamos fluidos, nos limitamos a enviarnos archivos adjuntos, con la esperanza de que los retoques, provocados por nuestro ego y alimentado por el ansia de cariño, resulten minimamente detectables.
Aun asi, quedan( mos ) unos cuantos ingenuas/os, que creemos en la gente, en su bondad o en su maldad ( en esto mas que en lo otro ), que intentamos cuidar esos lazos, que nos negamos a cortar los diferentes cordones umbilicales que nos atan a esos a lo que llamamos amigos, casi familia.
Somos como jardineros que regamos las plantas lo mas regularmente posible, aunque siempre haya alguna que se nos de mejor que otra, pero al fin ya al cabo, ponemos todo el empeño posible en hacer que estas crezcan, o como minimo, que no mueran.
Hasta que llega un momento en que te hartas, o simplemente te das cuenta que ya no vale la pena luchar por ciertas cosas, que por mucho empeño que se ponga, si uno no quiere, dos no se pelean, y menos se aman o quieren.
Y todo sabe mal, muy mal, pero ves que el enfermo ya no tiene ganas de curarse, y solo te queda disfrutar de los rampazos de mejora que, ingenuamente, te hacen creer que que todo va a ir hacia delante,... pero no, recae y recae un poco mas abajo de donde estabamos al principio, y ya no queda ni volver a empezar.
Solo queda eso, sentarse a su lado, ver como duerme y se apaga lentamente, y esperar estar a su lado cuando ya no despierte mas.
Sarita Amon