jueves, 15 de enero de 2015

Algunas cosas las hago a pesar de saber que está mal hacerlas pero, me provocan.

Suelo ser una persona tranquila y respetuosa cuando ando sola por la calle, lo aclaro porque mi comportamiento en grupo difiere.

Soy muy respetuosa cuando decido sentarme en la mesa de alguna terraza como la de esta noche cerca  de aquí donde vivo, a leer un libro y con mi perrita dando vueltas, en este caso el libro que llevaba ya lo he leído varias veces, digamos que no me importo que demoraran en atenderme porque estaba riéndome con el prologo, y después seguí sonriéndome recordando algo que tenía  que ver con el fuego eterno, ( La Divina Comedia ).

Cuando el camarero se digno a llevarse mi pedido tampoco me importo que tardara en traerlo porque yo seguía zambullida en la lectura y entremezclada con otros pensamientos.

La cosa se complico cuando intente pagar porque el supuesto caballero que me atendió desapareció de la faz de la tierra.

Me revienta estar sentada en la calle y mirar hacia el interior del bar con cara dedondecarajosemetioelcamarero y que nadie me hiciera caso, otro camarero, el dueño quizás, se digne a buscar al compañero para así cumplir con mi deber de abonar lo consumido.

Nada.

El tipo no aparecía.

Le hice señas a otro camarero que estaba muy entretenido hablando con un cliente y me dijo con cara de pocos amigos que ya le iba a avisar.

El tiempo insiste en pasar, quería ver Fatmagul  y detesto llegar tarde por estupideces.

Volví a buscar al inútil y nada.

Entonces una vocecita en mi cabeza sugirió......
“hazle el pago a Dios”.

Fue escucharla y levantarme.

Me colgué el bolso, cogi a la perrita, me aferre del libro como escudo, busque por última vez al mosaico y me fui caminando.

“Si me pegan un grito, grito mas y les salgo con que es una falta de respeto, que vergüenza les debiera dar atender así a los clientes…”, repetí esa oración cual mantra.

El grito no llego, cruce la calle y con mi dignidad habitual, me dirija hacia mi casa, creo que jamás pisare ese bar y cuando yo digo jamás es jamás
para siempre.


Sarita Amon